viernes, 19 de febrero de 2016


DAINZÚ

Dainzú es una zona arqueológica notable por su intensa relación con el ritual del juego de pelota. De ella cuenta las canchas para la práctica de esa actividad y, la serie de piedras esculpidas con representaciones de jugadores de pelota, el conjunto más extenso y expresivo de su tipo en Mesoamérica, además del propio nombre del lugar en náhuatl: Macuiltxóchitl, “5 flor”, también dado a uno de los principales dioses asociados a esa antigua práctica religiosa, ritual y deportiva.
La región oaxaqueña conocida como Valles Centrales contiene desarrollo cultural, desde las primeras incursiones humanas en ellos hasta el presente. En ella abundan tanto las evidencias arqueológicas que dan cuenta de los primeros asentamientos humanos como restos de fauna pleistocénica y aún fósiles marinos. Los tres valles que conforman la región, el de Etla, al norte, el de Tlacolula, al oriente, y el de Zimatlán, al sur, confluyen en el centro, donde hoy en día es yergue la ciudad de Oaxaca (la verde Antequera), capital del estado, y donde, siglos atrás, floreció una de las más antiguas e imponentes urbes de América: Monte Albán. Para realizar el proyecto constructivo de ese centro hegemónico se requirió el concurso de la experiencia de los centros menores previos, entre ellos Dainzú, aunque seguramente también contribuyó el impulso de otros grupos étnicos ajenos a la región.

Situado en el Valle de Tlacolula, Dainzú fue explorado por el Dr. Ignacio Bernal, quien a partir de 1966 dirigió las excavaciones que allí se realizaron hasta 1972. Él mismo adaptó el nombre del sitio (construido en la parte occidental de un cerro) cuando los habitantes de la población vecina le informaron que lo conocían con el nombre similar a dannizhú, refiriéndose al “cerro de órganos”, por los cactos de este tipo que hay en él. Otra versión le atribuye el nombre de Quiebelagayo, en lengua zapoteca de Macuilxóchitl, “5 flor”, denominación náhuatl que aún conserva la actual población hacia donde debió extenderse el sitio. La coincidencia es simple, si se toma en cuenta que 5 flor es el nombre de uno de los dioses principales relacionados con el juego de pelota y que una de las características más importantes del lugar es la fuerte relación que mantuvo con esa práctica religiosa, ritual y deportiva de antigüedad remota.

Los inicios de Dainzú son inciertos, pero es seguro que se construyó algunos siglos antes que Monte Albán, como lo demostró la cerámica obtenida durante las excavaciones y fechada como perteneciente a los años 700 a 500 a.C., periodo que arqueológicamente se conoce como fase Rosario, de tal suerte que debió de participar con un papel definitivo en el desarrollo de la que fuera la primera capital de los zapotecas durante sus inicios (siglo IV a.C), incluso con desplazamientos de gente, y a todo lo largo de su máximo esplendor ( siglos II al VII d.C). Junto con Dainzú, existieron otros centros importantes o cacicazgos con su propio grupo de pueblos satélite; algunos de mayor antigüedad, como San José Mogote o Huitzo, en el valle de Etla, más los de Zimatlán.
Las características de construcción de Dainzú son muy peculiares, principalmente las de sus primeras fases, ya que el área de gobierno o administrativa del lugar se proyectó para estar adosadas estratégicamente al cerro, lo cual le daba supremacía y resguardo respecto del valle.
La fase l.
Los edificios que han sido más explorados son el A y el B. El primero es el más alto, por lo que sobresale de todo conjunto, y está compuesto de tres terrazas superpuestas. La inferior con 5 metros de altura.se caracteriza por que en la parte sur tiene una serie de losas de piedra esculpidas con efigies antropomorfas en relieve, la mayoría de las cuales representa a jugadores de pelota vestidos con una parafernalia muy peculiar, compuesta de una especie de botín, pantaloncillos cortos a la rodilla, rodilleras y bandas en la cintura. Todos los jugadores llevan una pelota del tamaño del puño en una de las manos enguantadas-existe, por lo demás, la representación de un guante con todo y pelota- y portan un singular yelmo con careta estilizada que recuerda la cabeza de un jaguar. En este punto es oportuno considerar que el jaguar es considerado el dios de la noche y que de alguna manera tenían también una estrecha relación con el juego de pelota y con la definición entre el día y la noche.
Junto a los jugadores de pelota hay otros relieves de distintos personajes ataviados de diferente manera, con tocados elaborados y actitudes de ofrenda. Dos de ellos están vestidos de jaguar y otro, además, tiene la cabeza del animal sangrado entre las manos. Dos relieves menores-también con el mismo tema- se encuentran alojados en la fachada principal de la estructura B y pertenecen a su primera época (siglo Vll a V a.C).
El movimiento representado en las figuras descritas es muy variado, lo cual es indicio de un juego de gran dinamismo, aunque no contamos con mucha información sobre esa actividad de mundo precolombino, mas allá de algunas figurillas de barroco procedentes de otros lugares de esa región oaxaqueña y más o menos contemporáneos. Asimismo, otros ejemplares de figurillas masculinas con una pelota entre las manos han sido descubiertos en sitios de menor antigüedad del Altiplano Central (Tlatilco y Tlapacoya, México) y de guerrero y también hay indicios de un tipo de juego similar en el llamado Occidente de México, todos ellos sin relaciones tan explicitas o directas con el jaguar como las de este sitio. En el sitio guatemalteco llamado El Baúl, por otra parte, existe una estela en la que se esculpió también a dos jugadores con una pelota en la mano, uno de ellos con una máscara o yelmo de jaguar.
Los yelmos felinos, por lo visto, fueron determinantes en el tipo de juego, pero, además. Son un indicio de la importancia que debieron de tener la actividad y los jaguares en ambos lugares. En la parte alta del cerro Dainzú, asimismo se encuentran varios relieves escupidos directamente en el propio cerro en rocas sueltas, todos con representaciones de los yelmos de las cabezas de los jugadores decapitados, que recuerdan al Tezonpantli o “muros de cráneos”. Lo anterior ofrece sugerencias muy interesantes sobre el lugar, su nombre y su mismo juego de pelota. En Monte Albán, se encontró un relieve idéntico con la representación de uno de los cascos felinos, y también otro, tipo “danzante” en el Edificio J. llamado El Observatorio. En el caso de este último relieve, se trata de la efigie de un personaje fijamente ataviado con mascara bucal, tacado y una cabeza de felino en la mano izquierda. Asi todos estos datos son indicio de que aun ese tipo de actividades y la ideología que indican fueron aportados a la metrópoli desde lugares como Dainzú-Macuiltxóchitl.
En ese sitio existen canchas para juegos de pelota, una de las cuales se excavo en 1967. Es de la clásica forma en “I” latina, de la que sabemos que está ligada con otro tipo de juego (con otras reglas). En esas estructuras o Tlachtlis, se utilizaba una pelota de mayor tamaño, echa de hule macizo, Olli, que se golpeaba con las caderas: era el llamado Olamaliztli en náhuatl-tiquija lachi en zapoteca. La información sobre esta práctica es abundante en objetos y esculturas, e códices y en las referencias escritas por los cronistas europeos; pero el tipo de cancha en forma de “I” en el lugar pertenece a una de las últimas etapas de ocupación. Por lo que resulta difícil pesar que en ella se practicaba el juego representado en los relieves descritos. Los campos utilizados debieron ser canchas abiertas, de mayores dimensiones y de alguna manera todavía parecida a las que aún se utilizan para jugar a la pelota de forro o a la pelota mixteca, que son supervivencias de juegos muy antiguos que siguen practicando grupos de oaxaqueños en alguna de las regiones de la mixteca o en otros lugares (las modernas colonias extraterritoriales: el Distrito Federal, Los Ángeles, etc.). Todo ello otorga entonces una connotación muy especial al sitio y al juego, de boga en el primero en los inicios de su historia.
De las etapas posteriores es poco lo que puede decirse, ya que a pesar de las modificaciones que sufrieron las estructuras, algunos elementos continuaron en uso. Se agregaron escaleras con alfardas a las terrazas, se clausuraron accesos y también se descubrieron con nuevas estructuras los edificios de mayor antigüedad. Quizá lo más relevante sean los indicios de las estrechas relaciones (comerciales y de otro tipo) que mantuvo ese lugar como Teotihuacán, seguramente a través de Monte Albán. Lo anterior se deduce por la presencia de alfarería producida en aquella cuidad, además de otro tipo de materiales y objeto, como la cerámica tipo Anaranjado Delgado o las navajillas de obsidiana gris y verde que se encontraron juntos a los productos locales.
Ese momento corresponde a las mismas fases reconocidos para Monte Albán (IIIA-LLLB), durante los años 200 a 750 d.c., la época de mayor esplendor y expansión de los grupos de poder dentro y fuera de los valles Centrales. De esa época, ha sido descubiertas algunas tumbas, una de las cuales. Ubicada al centro del edificio “B” destaca tanto por sus dimensiones como por la decoración de su fachada. Dicha decoración consiste en la concepción del jaguar, que enmarca la entrada a la cámara funeraria: en las jambas están representadas las patas delanteras del animal y en el dintel (un monolito de casi una tonelada) fue esculpida la cabeza del felino. Vemos aquí, nuevamente, la obsesión por el dios de la noche, ahora con motivo de la entrada al inframundo, al espacio de la muerte. El dintel se utilizó para profanar la tumba- ya en aquellos tiempos-, por lo que se encontró levantado en sentido vertical, de tal manera que el relieve descansaba sobre la entrada, dejando así un hueco en el techo; por ese hueco entraron los vándalos interesados en destruir el o los entierros alojados en la tumba. Cuando esta fue explorada, solo quedaban huesos rotos y piezas fragmentadas, que, no obstante, permitieron fechar el hallazgo. Por el tipo de tumba, sus dimensiones y el techo plano, parece haber sido construida durante una fase anterior y vuelta a utilizar en la que ahora nos ocupa.
Otras estructuras apenas fueron exploradas, pero resulta evidente que la última ocupación del sitio fue muy pobre, pues solo encontraron estructuras muy sencillas (cuartos) y algunas pequeñas tumbas, los cuales se hicieron utilizando los espacios intercalados entre las ruinas es lo que fueron magnos edificios. El momento correspondiente a la decadencia de Monte Albán y a la de otros sitios menores contemporáneos. Los intereses políticos, económicos y sociales cambiaron, como cambiaron la actividad, los centros de interés y la dependencia respecto a otros polos de desarrollo.

CARACTERÍSTICAS DE LA ARQUITECTURA PREHISPÁNICA:

Los edificios principales están orientados hacia el poniente (uno de los rumos de más fuerte carga religiosa en el mundo precolombino) y fueron construidos sobre enormes terrazas, de tal manera, que ofrecen la apariencia de formar un todo con el cerro, lleno de plataformas con casas, templos y patios intercomunicados por pasillos, plazas y escaleras.
Algunos muros frontales son muy altos y prácticamente verticales, con algunas esquinas redondeadas. Los accesos a las partes altas delas primeras construcciones se hicieron con escaleras remetidas en los muros y techadas con largas losas, un rasgo común con San José Mogote; pero también hay muros con taludes muy pronunciados, como contrafuertes y cubiertas con gruesas capas de estuco. Previamente se construyó la protección generalizada de complicadas redes de drenaje (hechas con lajas o tubos de barro cocido), las cuales debieron evitar el deterioro de los edificios, aunque también pudieron servir para captar agua de lluvia. Esas soluciones arquitectónicas se adoptaron años más tarde en Monte Albán.
La denominación que se le ha dado a estos espacios son: Edificio A, Edificio G y Juego de Pelota:

• Edificio A: Está conformado por un basamento piramidal de cuatro cuerpos, con las esquinas redondeadas y escalinata central. En la cima se encuentran una serie de muros pertenecientes a espacios habitacionales, y dentro de éstas, otras dos escalinatas que en un principio sirvieron de acceso. En el lado sur del cuerpo inferior está lo más importante de la zona. Se trata de una serie de bajorrelieves en piedras, que representan jugadores de pelota; portan guantes, caretas felinas, y sostienen en la mano una bola pequeña. Entre éstos figuran las cuatro probables deidades del juego de pelota, cuya factura puede calificarse de espléndida. En la cima del cerro se encuentran otras cabezas o caretas de los jugadores, grabadas en las rocas.

• Edificio G: Es una gran plataforma con escalinatas, patios y aposentos, delimitados por muros de piedra. En este espacio destaca una estela que representa un personaje, y una tumba, cuyo dintel y jambas representan, en bajorrelieves, la figura de un jaguar.

• Juego de Pelota: Está clasificado como un juego de pelota con cancha en forma de doble T, reconstruido en parte. Tiene dos plataformas laterales con un muro en talud hacia la cancha de juego. Cronológicamente está ubicado hacia el año 1000 d. C. Evidentemente, por la época a la que pertenece, carece de relación con los jugadores del edificio principal.


Localización
• Dainzú: Se ubica al sudeste de la Ciudad de Oaxaca, a 20 kilómetros (12 millas) por la Carretera Federal 190 con destino al Istmo de Tehuantepec. La zona arqueológica se localiza a 300 metros aproximadamente, a la derecha de la Carretera Federal 190 por una desviación de terracería ubicada cerca del kilómetro 20 de la ruta
Tiempo aproximado: [0:30]


COMENTARIOS: 

Betsabé: elegimos este zona arqueologica por que se encuentra en el estado en el estado de Oaxaca lugar donde residimos, también por que a pesar que no que no fue una zona arqueológica muy grande es importante para le edificación de Monté Albán.

Julio César: me gustó esta zona arqueologica por que a pesar de ser una zona arqueologica pequeña fue importante para la construccion de Monte Albán, lo desagradebe es la poca importacia que se le da y ha que olvidada.

Fernando: Me agrado la dedicación y la perfección con la que hecha la zona ya que gracias a eso tiene una gran durabilidad que hasta el momento esta aun en buenas condiciones excepto por algunas intervenciones que ha tenido, pero en general aún permanece con un gran porcentaje de su originalidad.

BIBLIOGRAFIA:
Arturo Oliveros. (1997). Dainzú Macuilxóchitl. Arqueología Mexicana, volumen V,77.



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